El pasado GP de Canadá dejó contra las cuerdas a Max Verstappen. En Montreal, el equipo Red Bull estrenó un nuevo motor para el fin de semana, pero sufrió un fallo en el segundo entrenamiento. La escudería de las bebidas energizantes optó por disponer de uno antiguo para el resto del Gran Premio. En la cita siguiente, España, los austríacos pusieron uno nuevo en pista y a partir de ese momento quedaron con la espada de Damocles: antes un nuevo estreno, llegaría la penalización porque en Barcelona cumplieron el límite de cuatro que el reglamento permite para el ejercicio. Y la sanción ocurrirá este fin de semana en Spa-Francorchamps, donde se desarrollará la 14ª cita de la temporada.
El neerlandés utilizará en Bélgica su quinto motor de combustión del año, uno por encima del permitido, y así deberá retroceder diez puestos sobre su resultado de clasificación para ubicarse en la grilla de partida. La elección del lugar no es casual: Spa es uno de los trazados que visita el Mundial más chances de sobrepaso entrega. Es más, casi se trata de un talismán para Red Bull penalizar en Bélgica.
En 2022, Verstappen se fue para atrás por cambios en la unidad de potencia, largó 14º y desde allí remontó para ganar. El año pasado cambió la caja de cambios y su pole conseguida el sábado se convirtió en sexto lugar en la parrilla de partida y desde ahí remontó hasta el triunfo. Claro, en esta ocasión, con McLaren tan fuerte (viene del 1-2 en Hungría) y los Mercedes en su momento mayor competitividad de los últimos tres años, recuperar esos diez puestos no será tarea sencilla para el tricampeón.