Steve Phelps, presidente de la NASCAR, anunció que se implementarán medidas para reducir el impacto que el COVID-19 ha causado en el campeonato, entre ellas la reducción de los salarios por el orden del 25 por ciento para ejecutivos y del 20 por ciento para empleados. La situación es crítica para las finanzas de la organización ya que si no hay carreras no hay ingresos y los problemas se acentúan porque de por medio existen diversos contratos que cumplir.
La NASCAR es la categoría de motor que más dinero mueve en los Estados Unidos, por la misma razón es la que requiere mayor inversión y rentabilidad en todos sus ámbitos. Si bien la temporada está pausada hasta nuevo aviso, los gastos operativos siguen su curso, de allí que Phelps haya tomado la decisión de recortar los salarios hasta que el calendario reinicie.
Se debe considerar además que la nómina de empleados de la organización NASCAR es de las más extensas de campeonato alguno puesto que abarca presencia de personal en 36 eventos y consta de ejecutivos que operan en tres distintas series. Phelps espera que toda esta contingencia comience a resolverse a partir del 9 de mayo, cuando la NASCAR se instale en Martinsville Speedway. De todas maneras habrá que esperar, no solamente que la pandemia del COVID-19 esté controlada sino que la respuesta de público, patrocinadores y socios sea positiva porque a ciencia cierta se desconocen las consecuencias que traerá la pausa.
En palabras de Steve Phelps: “Con el aplazamiento temporal de nuestra temporada y el impacto del COVID-19 en cada parte de nuestro negocio, tendremos que ajustar nuestras operaciones de varias maneras. Estamos tratando de minimizar los gastos hasta que podamos volver a organizar carrera para nuestros fans, son decisiones difíciles pero necesarias para la salud financiera de nuestra empresa“.
