Los 15 títulos de pilotos y 16 de constructores que convierten a los de Maranello en la escudería más laureada del “Gran Circo” vienen acompañados de un gran nivel de exigencia ligado a las victorias, esas que siempre saben a poco por mucho que se repitan en casa de los italianos. Darle el triunfo al Cavallino Rampante más que un deber, como en cualquier otro equipo, se ha convertido en obligación y la presión puede pesar más que el talento, aunque hasta ahora no ha sido así en el caso de Charles Leclerc.
En su segunda temporada dentro del Mundial, forma parte de una alineación de primera en la que, pese a las carencias del SF90, ha estado a punto de subir al cajón más alto del podio en dos ocasiones. La primera, en Bahréin, se le escapó el triunfo por un problema de motor y la segunda, en Austria, la victoria fue para Verstappen después de que la degradación dejase al piloto de Ferrari sin gomas para el final. Pero eso es pasado y con toda la segunda mitad por delante, el objetivo sigue siendo el mismo: ganar, ganar y, si se puede, volver a ganar. “El objetivo desde el comienzo de la temporada es conseguir mi primera victoria”, reconocía Charles para la web de la F1, aunque lo primero para el monegasco es su evolución junto al equipo: “No es una obsesión y trato de concentrarme en mí mismo y progresar paso a paso. Así, estoy convencido de que el éxito vendrá”, la victoria está en juego y Leclerc podría ser llamado el futuro ganador.