Este mes de abril llegará el nuevo Suzuki Swift, un modelo al que avala un historial extenso y que afronta su cuarta generación, tras las lanzadas en 2004, 2011 y 2017. La prueba de su consolidada trayectoria la tenemos en que ya se han vendido más de 9 millones de unidades en 169 países.
No hay duda por fuera de que se trata de un Suzuki Swift, ya que se encargan de dejarlo claro detalles de diseño como los hombros marcados, los montantes del parabrisas en color negro o el grueso pilar C. Pero todo en este coche es nuevo. O casi todo, porque lo único que mantiene es la plataforma. Y esa es la razón de que a medio día proyecte la misma longitud de sombra en el suelo que su predecesor: 3,86 metros, que lo convierten en uno de los modelos del segmento B más recortados, y por tanto de filosofía más urbana, pese a mostrar más presencia física que su antecesor.
Cambio en sus líneas
El nuevo Swift tiene en vivo un aspecto diferente al de sus competidores, con su capó en forma de concha, la llamativa parrilla del radiador, las luces diurnas en forma de boomerang y su alta línea de cintura. Y añade como guiños estéticos los tiradores de puerta traseros, que ahora están encima de la cintura; el pilar C en negro para que dar al techo un aspecto flotante y una paleta de colores renovada con unos nuevos tonos azul y amarillo, que ayudan a conformar nueve posibilidades de tono y cuatro variantes con el techo en contraste.
Por completo se ha renovado también el salpicadero. Lo primero que salta a la vista es que la pantalla central ha crecido de las 7″ a las 9″, además de que exige apartar muy poco la vista de la carretera gracias a su elevada colocación y ofrece conexiones inalámbricas mediante Android Auto y Apple CarPlay.
Salpicadero en dos tonos
El cuadro de relojes sigue siendo analógico, aunque con una pantalla central LCD de 4,2″ en su zona central, y el grosor hace que resulte muy cómodo el volante, en el que encontramos los mandos de audio, ordenador de viaje y control de velocidad. El aspecto general de los acabados es correcto, con ajustes que dan sensación de firmeza, y en agrado visual ha ganado respecto al de su predecesor tanto por diseño como por lo bien que le sienta a este salpicadero el acabado en dos tonos.
Respecto a las plazas, en nuestra toma de contacto estática (no pudimos conducir el coche) nos dieron la sensación de confortables por lo que afecta a las delanteras y de ofrecer algo más espacio detrás que su predecesor, lo que tal vez se deba a la mayor altura que ahora tenemos en el habitáculo.
Ahora, con tres cilindros
El motor sigue siendo un 1.2, pero ahora de tres cilindros en lugar de cuatro, con microhibridación de 48 voltios y una pequeña batería de iones de litio para asistir al coche en aceleraciones. El rendimiento se ha quedado en 83 CV que para ciudad prometen ser más que suficientes, y podremos elegirlo tanto con transmisión manual, que anuncia un consumo medio de 4,4-4,5 l/100 km, como con CVT de variador continuo, para el que se anuncia un gasto de 4,6-4,7 l/100 km. Gracias a la hibridación, ambas versiones podrán lucir el distintivo Eco de la DGT.
Otro de los aspectos en los que mejora a su antecesor es en la seguridad, ampliando un paquete llamado DSBS II que ya contaba con elementos como el control de velocidad adaptativo y la cámara trasera. Así, quienes se compren el nuevo Swift contarán además, y desde la versión básica, con asistente de mantenimiento en el carril (corrige la trayectoria si es necesario) y sistema de monitorización del conductor, para alertarle en caso de no estar atento a la carretera.
Suzuki ha previsto que el precio, que de forma oficial arrancará en unos 20.000 euros (no está definido del todo), se quede en unos 18.500 euros con las campañas de promoción. Desde ahí hasta los 23.000 euros se definirá la horquilla de este modelo japonés, que además es ya el único de su segmento en Europa que ofrece la posibilidad de contar con tracción total (4×4 AllGrip Auto), lo que en cierta forma lo dota de las virtudes de un pequeño SUV.