Bakú recibe el casco más resistente de la historia.

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Un legado de Charlie Whiting, adalid de la protección de la cabeza de los pilotos en la FIA tras los accidentes de pilotos como: Surtees, Massa, María de Villota, Bianchi o Wilson. El nuevo casco de la Fórmula 1, obligatorio para todos, se inspira en aquél muelle que atravesó la visera hasta la ceja del brasileño de Ferrari para rebajar la apertura de la viera 1 centímetro y ganar hueco a la protección antidisparos, que se dice pronto.

Es un auténtico tanque con el que los pilotos pueden sentirse muy seguros Fuego (800 grados), disparo de rifle de aire comprimido, trozos de acero de 10 kilos, proyectiles a 250 km/h. Un nuevo casco ligero y aislado.

Una pista en la que el propio Nico Rosberg reconoció pasar miedo en su estreno en 2016. En 2017 hubo tres coches de seguridad en pista, además de bandera roja y el volantazo de Vettel sobre Hamilton (además de una montonera en F2), mientras que el pasado año salieron dos tras dos accidentes, además del toque brutal de los dos Red Bull y el pinchazo final de Valtteri Bottas por suciedad en el asfalto. 

Bakú suele ser una de las carreras más impredecibles del año, y el único escenario en el que se ha roto el monopolio en el podio de Ferrari, Mercedes y Red Bull desde Canadá en junio de 2016: primero con Checo Pérez 2016 y luego repitió en 2018 y luego con Lance Stroll en 2017. Se trata de una cita complicada para los ingenieros donde Bakú recibe el nuevo casco de F1, como el más resistente de la historia.

 

La estructura del casco utiliza materiales compuestos para garantizar la resistencia al aplastamiento.