Charles Leclerc, reencendiendo la competencia en la F1.

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Nada le quitó el brillo a Leclerc, tercero en el podio del GP de Barhein, pero campeón honorífico tras una carrera impecable.

El uno-dos de Mercedes –con el segundo puesto del finlandés Valtteri Bottas– y el festejo de la escudería alemana, fue más preocupación por el desempeño de Ferrari con el nuevo prodigio al volante.

Nacido en Mónaco el 16 de octubre de 1997, Leclerc se ha convertido a los 21 años cinco meses y 15 días, en el segundo piloto más joven en hacerse de la pole position en la parrilla de arrancada de la F1, después que Sebastian Vettel fuera el primero con 21 años y 72 días en el Gran Premio de Italia en 2008.

Debutante en Ferrari como el gran prospecto luego de un buen primer año en la F1 con Sauber, Leclerc dominó dos de los tres ensayos previos en Barhein y se llevó la “pole” con nuevo récord de pista (5.4 kilómetros), que cubrió en 1:27.866 minutos.

Al mando de un Ferrari más poderoso que los mandones Mercedes, Leclerc condujo limpio; asumió la experiencia de Vettel, que se lo comió en la arrancada, pero superó al veterano sin sobresaltos seis giros después; corrió solitario en punta, con ventaja, lejos de la lucha personal de Vettel-Hmilton y los incidentes de los demás, hasta que, a ocho vueltas del final, de súbito el motor de su bolido rojo perdió potencia.

Leclerc cedió ante los Mercedes y todo parecía perdido, pero subió al podio favorecido por el despiste del alemán Nico Hulkenberg (Renault) y su coequipero Daniel Ricciardo a tres vueltas del final y la carrera terminó bajo bandera amarilla.

Leclerc no ocultó su frustración, pero fue mesurado, incluso se disculpó con el equipo por radio y escuchó con humildad los elogios de Hamilton al finalizar la carrera.