Stuttgart. Desde hace varios siglos la gente ha compartido historias espeluznantes y escalofriantes en el día de Halloween; y hay un personaje particularmente aterrador que ha sido el espanto de todos los niños a lo largo de los siglos: el sanguinario y mortífero Conde Drácula. Pero… ¿se puede decir que esta historia es ficción? ¿o es realidad? El aventurero Sebastian Canaves tomó un Porsche Cayenne S para seguir los pasos del famoso vampiro en la Transilvania rumana.
Han pasado más de cien años desde que el escritor británico Bram Stoker dio a conocer su pavorosa novela gótica sobre el Conde Drácula, un alma viva que sale de su tumba todas las noches para consumir sangre humana. Desde esos tiempos, el conde vampiro ha sido considerado uno de los seres más terroríficos y temidos del mundo.
Para escribir su novela, Bram Stoker se inspiró en la figura histórica del príncipe valaco Vlad III, quien vivió en el siglo XV y que también es conocido como Drăculea, un nombre que tradicionalmente se cree que deriva de Orden aristocrática del Dragón, a la que pertenecía su padre, y posiblemente significa ‘Hijo del Dragón’, o incluso ‘Hijo del Diablo’.
El nombre no es lo único que tienen en común las dos figuras. Vlad III conserva una reputación de sanguinario y temible comandante con una predilección obsesiva por los rituales crueles: sediento de sangre, aparentemente invulnerable y responsable de innumerables atrocidades durante la Edad Media… ¿Cuánta verdad hay escondida en la historia del Conde Drácula?
El aventurero Sebastián Canaves está dispuesto a llegar al fondo de todo esto para descubrir la verdad. Porsche viaja con él a Transilvania, la tierra natal del Conde Drácula. Sus investigaciones comienzan en la ciudad central de Transilvania, Sighișoara, que se dice fue el lugar de nacimiento de Vlad III. En un Porsche Cayenne S, Sebastián llega al centro histórico de la ciudad, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Ahí, explora los estrechos y siniestros callejones en el crepúsculo y, al fin, encuentra la ‘Casa Vlad Dracul’, la casa donde se supone que nació el futuro gobernante y tirano. En el interior, sobre las paredes, hay muchas pinturas colgadas que hacen referencia a Vlad III y batallas crueles y espeluznantes, pero no hay indicios de la presencia de un vampiro.
Sin embargo, hay otra pista: el Castillo de Bran está marcado en un mapa antiguo. ¿Es eso lo que el Príncipe de las Tinieblas llama su hogar? Sebastian está decidido a descubrir la mayor cantidad de evidencias siguiendo este rastro.
Camina a lo largo de caminos rurales pedregosos, anchos y sombríos, y recorre bosques oscuros hasta que el Castillo de Bran se asoma de manera impresionante en el horizonte: una vez utilizado como un castillo fronterizo y de peaje, el edificio del siglo XIV ahora pertenece a la Dinastía austríaca de los Príncipes de Habsburgo.
Aunque no está muy claro que Vlad III haya vivido en este castillo, la descripción de la novela de Stoker no deja casi ninguna duda de que así haya sido, es casi 100 por ciento precisa. Sebastián pisa con firmeza el suelo chirriante y se adentra en el frío y tenebroso edificio de piedra.
Se desliza en un pasaje estrecho y secreto, que se cree que los soldados utilizaron anteriormente como medio de escape y desde allí va subiendo pesadamente hacia la parte superior del castillo, desde donde mira hacia abajo, a los extensos bosques de los Cárpatos rumanos, que abarcan alrededor de un tercio de todo el país y son el hogar de la mayor población de osos pardos, lobos europeos, gamuzas y linces de Europa.
Dejando el castillo con un poco más de conocimiento acerca de la historia de Drácula, el misterioso sendero lleva a Sebastian a la cercana población de Braşov, donde vivía el gran amor de Vlad III: la hermosa Katharina. Aunque nunca se casaron, la abominable relación de Katharina con el brutal príncipe duró hasta su muerte y dio como resultado cinco hijos.
Al ser fundada en el siglo XIII, Braşov, población rodeada por los Cárpatos, se convirtió en la ciudad alemana más al sudeste de la Transilvania sajona. La ciudad se distingue por sus edificios históricos, incluida la Iglesia Negra en el centro, nombrada así después de un incendio en 1689. A pesar de todas sus pesquisas, Sebastián tampoco encuentra su respuesta aquí. Pero hay una última pista a seguir. Se dice que los restos mortales de Vlad III están enterrados en Snagov, cerca de la capital rumana de Bucarest, y a nuestro aventurero le gustaría ver el lugar con sus propios ojos y hacia allá se dirige.
El monasterio de Snagov se encuentra en una isla, en un lago que tiene el mismo nombre, y aquí es donde se encuentra Vlad III, Drăculea, el ‘Hijo del Dragón’. Nervioso y cauteloso, Sebastián entra decidido a descubrir alguna pista en la capilla funeraria, opulentamente decorada. En el suelo, una losa de piedra discreta muestra una imagen de Vlad III. ¿Es este el final del viaje en el camino hacia el origen de Drácula?
Durante mucho tiempo la gente estaba segura de que los restos del Príncipe fueron enterrados aquí; sin embargo, cuando los investigadores abrieron la tumba, en 1931, encontraron que estaba vacía. ¿Significa eso que el Conde Drácula todavía está al acecho por las calles de cualquier ciudad europea, en busca de sangre fresca?
Así que al final del viaje, y después de todo el tiempo invertido para saber más del famoso Drácula, el misterio continúa envolviendo al legendario vampiro, Drácula. Puede haber paralelismos entre Vlad III y el vampiro Drácula, pero afirmar algo más es simplemente una conjetura. También se debe tener en cuenta que en Rumania el gobernante histórico Vlad goza de una reputación mucho más positiva. No solo defendió al país contra la expansión del Imperio Otomano, sino que también se lo considera un defensor de la ley, la imparcialidad y el orden, y fue estricto en la lucha contra la corrupción y otros delitos. Mientras tanto, las atrocidades que se le atribuyen son rechazadas como propaganda alemana y rusa. No obstante, la leyenda del vampiro sediento de sangre sigue viva, especialmente en Halloween.