La Fórmula 1 explora ahora todas las posibilidades.

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Todo dependerá de cuándo empiece la temporada: a finales de junio, mediados de julio o primeros de agosto. En la Fórmula 1 ya no cierran ninguna puerta. Pecaron de optimismo manteniendo el GP de Australia hasta que la situación se volvió insostenible y a partir de entonces no han dudado a la hora de aplazar o suspender hasta siete carreras. En este entorno de incertidumbre llegan mensajes de todo tipo desde el entorno que componen FIA, Liberty Media y escuderías. El último, de Binotto: “Podríamos acabar la competición en enero de 2021”.

Es cierto que eso se baraja, como también es cierto que es sólo una de la larga lista de posibilidades. Todo depende de cuándo Europa esté lista para reabrirse y de si puede haber carreras a finales de junio, a mediados de julio o a principios de agosto. Cada uno de esos escenarios que retrase el inicio del Mundial de F1 comprime inevitablemente su desarrollo, así que dejar para el invierno septentrional algunos grandes premios en los que el clima lo permita puede solucionar las apreturas. Incluso suena febrero, lo que dejaría un parón de un mes sin test de pretemporada hasta el primer GP que puntúe, entonces sí, para el curso 2021.

No sería nuevo: el “Gran Circo” ya se establecía habitualmente en enero para los grandes premios de Sudáfrica o Argentina en décadas pasadas, cuando la logística para enviar material a tantos lugares del mundo no era tan cómoda. Además, este año las fábricas no necesitan un invierno intenso de trabajo: se permitirán muy pocos cambios entre el coche de 2020 y 2021.